Cliente :

Mola_coffee&play

Arquitectos:

María G. Ferro

Jordi Castro

Joana Covelo

Alba Teiga

Jacobo Pérez

Sabela Barreiros

Constructor:

Unival Miñor S.L.

Carpintero:

Carpintería Misa

Piedra Natural:

Pavestone

Fotografía:

Héctor Santos-Díez

Fecha:

Mayo 2018

Memoria

El objeto del proyecto es la definición de un espacio de cafetería con zona de juegos infantil. Siempre resulta difícil afrontar la solución de espacios dedicados al disfrute y uso de los niños porque ya nos queda quizás demasiado atrás esa manera de mirar las cosas que se tiene en esos años. Para mayor complicación del proyecto, se nos indica que el espacio debe responder también a una zona de cafetería que de servicio tanto cuando estén los niños jugando como en horas donde no estén.

Como siempre sucede, uno busca en la resolución de los condicionantes las pautas que guíen el proyecto. Es por ello que la solución adoptada pasa por fragmentar el espacio en dos zonas diferenciadas  volumétricamente si bien están tratadas desde un mismo lenguaje material obteniendo la separación subjetiva necesaria para que ambas necesidades tan dispares puedan ser resueltas.

La zona de la cafetería propiamente dicha se resuelve en la zona frontal del local, en continuidad con la calle y con un claro lenguaje ajeno a los estándares de las cafeterías infantiles. Esta zona se define volumétricamente con un doble arquetipo clásico a dos aguas que le confiere una escala más cercana y reconocible al comensal. Un pórtico de madera con hace la transición entre la terraza exterior y el interior protegido, acompañado por las cuatro aguas del falso techo que se resuelven con paneles de madera/cemento en sintonía con el lenguaje de acabados directos que se buscan en el local.

Un banco corrido resuelto en madera de roble y unos pilares de hormigón visto acompañan a la protagonista de esta zona que quiere ser, como en los antiguos locales, la rotunda presencia de la barra.

La zona infantil, se desarrolla en la parte posterior del local, separada visualmente mediante unos muebles de roble que permiten una mutua intimidad sin perder el contacto entre los padres y sus pequeños mientras están jugando.

El local aquí, con un uso lejos de ser pausado o tranquilo, adquiere toda su altura y se resuelve con un falso techo acústico pintado de negro que le confiera toda la sensación de altura posible ante toda la energía que los pequeños van a desarrollar. Los juegos, se resuelven por la casa homologada únicamente en tres colores: blanco, gris y amarillo.

Una pequeña pieza de roble, a caballo entre ambas zonas, resuelve la zona de los aseos de uso para ambas áreas.