Cliente:
  • Privado
Arquitectos
  • María G. Ferro
  • Jordi Castro
Arquitectos Colaboradores
  • Joana Covelo Alonso
  • Jacobo Pérez Castiñeiras
  • Laura Vázquez Seoane
Arquitecto Técnico

Fotógrafo

Constructor
  • Construcciones Castro Figueiro
  • Jefa de obra: Montse Porta Arnaiz
Fecha

Agosto, 2023

Memoria

La parcela se encuentra en una situación privilegiada,  en un altiplano, un mirador natural sobre la ría que desciende abruptamente hacia un bosque que finaliza en un encuentro rocoso con el mar.

Un lugar elegido por el cliente para construir su lugar de retiro, una vivienda que responda a la madurez de quien quiere habitarla, alejada de la incertidumbre que puede dar el futuro  y anclada a las certezas de quien ya sabe lo que quiere y, sobre todo, lo que no necesita.

“Una habitación, un estar y un pequeño despacho para poder escribir disfrutando del mar. Es esto todo lo que necesito”, nos comentó el propietario.

Ante la rotundidad de sus palabras, la sencillez e incluso una cierta rudeza, nos parecieron la mejor salida para afrontar un hogar que buscaba ser eso: un retiro.

Cuatro muros de hormigón, que acabaron siendo cuatro muros y medio, fueron la estrategia para definir el proyecto.

Orientados sin distracción hacia el mar, definen una casa deliberadamente compacta y sólo se sometieron a las manipulaciones mínimas para poder generar un preámbulo de entrada y un porche hacia las vistas, de tal modo que, ante la dura exposición a vientos y lluvia de la parcela, los huecos practicables de la vivienda estuviesen a buen resguardo.

Los muros se convierten así, en las fachadas laterales y en las divisiones interiores de esos tres espacios reclamados: sueño, estancia y escritura.

Esa misma pauta para resolver el proyecto con la estructura resuelve las dos fachadas restantes. La de acceso, que busca una deliberada ocultación del interior, simplemente levanta paños blancos entre los muros hasta la altura precisa donde el interior es protegido y la fachada mar se resuelve con el único recurso de la colocación de ventanas entre los muros de hormigón, no pareció necesario ningún otro elemento.

Una pequeña pendiente a un agua de la cubierta, inapreciable desde el exterior pero sí desde el interior, busca generar un pequeño porche de entrada. Un paso atrás que da la casa para recibirnos donde se colocará un pequeño asiento, una antesala para que, una vez entremos, la cubierta nos acompañe en las vistas que nos ofrece la parcela.

En el interior, todo se interpreta de un vistazo, un espacio central donde se sitúa la zona de día, delimitada por dos muros de hormigón que tienen a ambos lados dos espacios casi equivalentes que resuelven el dormitorio y el despacho.

La losa de cubierta, tapada en la zona de entrada para el tránsito de las instalaciones, se deja vista en el resto de la vivienda y en continuidad (aparente) con la losa del porche permitiendo un uso completamente abierto cuando el viento lo permite.

Una arquitectura pensada para un retiro, una obra ejecutada para refugiar y abrirse a ese horizonte al que dedicar, ahora sí, el tiempo pausado.